SÍNTESIS HISTÓRICA DEL MUNICIPIO DE ARENAS DE
SAN PEDRO
Aunque en el
término municipal hay restos de habitantes prehistóricos es ya avanzada la
Edad Media cuando se levantan las primeras edificaciones que serán las
antecesoras del caserío actual. La leyenda cuenta que, tras la aparición
de la Virgen en 1054, una plaga de termitas arrasa gran parte de las
viviendas levantadas en la zona minera de Los Llanos y obliga a sus
habitantes a trasladarse hacia el Ojo de la Jara, enclave del municipio
actual. En los primeros siglos de nuestra era los asentamientos humanos
se establecen próximos al Tiétar por ser zona de explotaciones mineras
pues, ya al avanzar la Reconquista, se la conoce con el nombre de Las
Ferrerías de Ávila, por pertenecer en esos siglos todo el valle del Tiétar
al alfoz abulense. Por el hallazgo de algunas monedas árabes se advierte
la presencia de los musulmanes en el término municipal, aunque durante el
periodo de la Reconquista pudieron seguir perviviendo en las zonas altas,
actualmente los municipios de Guisando y El Arenal, los pastores que la
habitaban desde tiempos muy antiguos. Por la riqueza de pastos y su
situación geográfica se convierte en zona atractiva para los intereses de
los poderosos por lo que en el siglo XIV, en 1393, el Condestable Rui
López Dávalos consigue la autorización para proceder a la segregación de
las aldeas más importantes del valle del Tiétar del alfoz de Ávila cuyos
límites ya se parecían bastante a los de la actual provincia abulense; dos
años después logra que el rey Enrique III las ponga bajo su poder
señorial. Arenas, por la importancia de su situación geográfica y como
concejo que incluía muchas aldeas, cobija en esos siglos medievales a una
importante comunidad judía de ahí que hubiese en ella una alhama y que hoy
se conserve una calle con el nombre de la Sinagoga.
SIGLO XIV. A
finales de este siglo se inicia la construcción los edificios emblemáticos
más antiguos: el castillo, la iglesia y el puente de Aquelcabo, hoy
conocido como puente viejo.
SIGLO XV. Tras la caída del Condestable
López Dávalos el señorío pasa, en 1423, al conde de Benavente y éste se lo
dona a su hija doña Juana de Pimentel con motivo de su matrimonio con D.
Álvaro de Luna. Tras la muerte del Condestable Luna, la Condesa se
refugirá en Arenas desde donde iniciará procesos para recuperar bienes
propios y del marido, muchos de los cuales les fueron encautados por el
Rey. Doña Juana de Pimentel, antes de morir, consigue autorización para
fundar el mayorazgo y dona el señorío de la ciudad a su hija que se había
casado con el heredero de los Hurtado de Mendoza, por lo que Arenas pasa a
incorporarse al grupo de concejos que estaban bajo el señorío del Duque
del Infantado.
SIGLO XVI. Se termina tanto la edificación de
la ermita del Cristo de los Regajales como la de la torre renacentista
adosada a la iglesia; para la construcción de esta última se cerró la
puerta de la nave central. Es este siglo cuando vive los últimos años de
su vida en Arenas fray Pedro de Alcántara y se transforma la ermita de San
Andrés del Monte en la iglesia de un pequeño convento franciscano. Fray
Pedro de Alcántara muere en la Enfermería en 1562 en olor de
santidad.
SIGLO XVII. Beatificación de fray Pedro de Alcántara el
año 1622. Arenas se coloca bajo la protección del Beato y lo proclama su
patrón ese mismo año. Fray Pedro fue canonizado el año 1669, tras un largo
proceso en el que declaran muchos arenenses y personas de los pueblos
vecinos incorporando a partir de esa fecha el nombre del Santo al del
municipio.
SIGLO XVIII. Entre 1772 y 1776 se realizan las obras de
la Real Capilla del Santuario de San Pedro de Alcántara sobre planos de
Ventura Rodríguez; los restos del Santo se trasladan a la urna de pórfido
una vez concluidas las obras. También en este último tercio del siglo
se instala en el pueblo de Infante D. Luis A.de Borbón y Farnesio, quien
contruye una parte del proyecto de un grandioso palacio en La Mosquera,
sobre lugares cedidos por el municipio. El palacio se convierte en una
pequeña corte a la que acuden artistas notables tanto en el plano de la
música, Boccherini, como en el de la pintura con la presencia durante dos
veranos de Goya para pintar a la familia del Infante D.
Luis. Canalización del arroyo Guisete, hoy corredera de la Triste
Condesa. También en este siglo se construye el nuevo convento y se levanta
el puente sobre el río Tiétar.
SIGLO XIX. Los franceses incendian
de la ciudad como represalia por la muerte de 24 soldados que habían sido
asesinados al realizar una expedición en busca de víveres; en la
represalia degüellan a más de 30 personas en distintos lugares del pueblo,
saquean la iglesia y multiples viviendas, e incendian los conventos de los
Agustinos; el pueblo queda desolado pues se han destruido con fuego,
además del Ayuntamiento, más de 300 casas. El pueblo de nuevo sería
incendiado con motivo de la I Guerra Carlista en 1838 por un grupo de 550
guerrilleros capitaneados por Blas García, el Perdiz. Las
desamortizaciones de ese año obligan a los frailes a abandonar el
convento; regresarán cuarenta años después, en 1878
SIGLO XX.
Transformación del pueblo con la carretera y electrificación de las vías
públicas. Durante la Guerra Civil el pueblo está en manos de los
republicanos hasta el mes de septiembre de 1936. Tras la guerra la villa
de Arenas de San Pedro alcanza el título de ciudad y, al continuarse una
labor ya iniciada en los años veinte, se convierte en foco de atracción
turística. En 1962 con motivo de la celebración del III
Centenario de la muerte de San Pedro de Alcántara se convoca un concurso
nacional para la erección de una estatua siendo premiado el proyecto
presentado por José Navarro Gabaldón cuya estatua se coloca en los
jardines que hay en la explanada del castillo. En 1963 se descubren las
cuevas del Águila. Reconstrucción del Ayuntamiento y creación de numerosos
edificios de carácter público para poder gestionar con los adelantos
técnicos modernos la vida de una localidad en la que hay censados más de
7500 vecinos; en verano se duplica el número de habitantes con la
presencia de miles de veraneantes que acuden atraídos por el encanto del
paisaje, por la bondad de su clima y por la diversidad de formas con que
pueden se puede llenar el ocio en nuestro municipio entre las que destaca
el placer de disfrutar de excelentes productos naturales tanto de la
ganadería como de la agricultura de la comarca así como gozar de las aguas
frescas y cristalinas de sus ríos.
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