De cómo el Rey y sus monteros, geógrafos, caminantes, y aventureros recorrieron Poyales y sus tierras, y de lo que de ellas escribieron
Oid lo que cuenta Alfonso
Onceno en su
"El monte del Arroyo de
la Figuera, et de Muelas, et Arniellas, es todo un monte, et es bueno de oso,
et de puerco en ivierno, et en verano. Et son las vocerías, la una desde el
vado de Arniellas arriba, et da en el Poyal, et dende al Canchal, et el Canchal
ayuso fasta Muelas; et Muelas ayuso, fasta la carrera de la Candeleda: et la
otra, Arniellas ayuso, fasta el Salobral. Et es el armada al arroyo de la
Figuera, que es en el camino de la Candeleda".
El rey Alfonso XI famoso por su
victoria contra los moros en la batalla del Salado (1.340), que en dias de
paz y holganzas cazaba por nuestros montes, vados y collados; el rey y sus
monteros que van y vienen por:
"El soto
de rio de Muelas, que está cabo la casa de Miguel Martín, es buen monte de
puerco en verano. Et es la vocería en el atajo do se parte el soto, el rio ayuso: et la otra al
arrroyuelo, que entra en este rio. Et son las armadas en la Nava".
El rey Don Alfonso y sus famosos monteros, que los niños recuerdan en sus canciones de corro:
Cuatro monteros
Del rey Don Alonso,
cuatro monteros
mataron a un oso.
Quién nos niega que los osos
encontraron la muerte en:
"el camino que va de las del
Llano á Navaltoro: et otras dos entre este collado, et Navaltoro: et otras dos
armadas en el lomo que está sobre Cascajoso".
Escuchad que ahora quien habla
es un hijo de Cristóbal Colón, y en su libro "Descripción
y Cosmografía de España", escribe:
"Arenas y hasta hontanares ay
dos leguas e van por derrama castañas y hasta las dellano ay media legua
pequeña de viñas e huertos e pinares y hasta
guisando ay media legua por entre syierras e pinares y hasta el hornillo ay una
legua por entre syerras e pinares e huertos y hasta la parra ay media legua
grande de pinares e viñas e cuestas grandes y hasta candeleda ay cuatro leguas
e van por los llanos media legua y hasta el hoyo ay dos leguas por entre syerras
xarales".
"Comencé el ytinerario el
jueves III de agosto de 1.517", nos recuerda Fernando Colón.
(Por aquellos años los
distintos y reducidos grupos de población que vivían dispersos por nuestras
tierras —Navaltoro, El Lugarón, Ojaranzo, las Casillas y familias del Hoyo arriba— se van a fundir en una
sola, situada junto al arroyo Poyal, y se va a llamar Aldeanueva de los Poyales; la primera información que tenemos de ella data de 1531 reinando Carlos I).
Y Fernando Colón que continúa:
"Partí de los llanos para
candeleda que ay tres leguas grande un balle abaxo llano e por entre
sierras".
(Es el camino de los
Llanos-Salobral-Inriaderos-Guadapero-Rio-Muelas-Los Cerrillos-La Tiesa-La
Nogalera-Tafarra hasta Candeleda).
A comienzos de este siglo, Pio Baroja en su novela
“La Dama Errante”, inspirado en el atentado de la calle Mayor contra los Reyes
de España.
Pío Baroja, que había recorrido
nuestras tierras en compañía de su hermano Ricardo, pintor, y del también
novelista y trotamundos Ciro Bayo;venían buscando oro a la Vera de Plasencia.
En su novela Baroja describe la
huida de sus protagonistas desde Madrid a Portugal, haciéndoles pasar por el
Valle del Tiétar y...
"Iban entrando en la Vera de
Plasencia; a la derecha, según caminaban, se erguía, la pared gris, de granito,
de la sierra de Credos, cuyas crestas rotas, formando una linea austera, se
dibujaban como recortadas en el cielo azul; a la izquierda, hacia el llano,
veíanse colinas cubiertas de olivares, de granados, naranjos y limoneros. Junto
a aquellos montes secos, que parecían quemados o hechos con escombros y ceniza,
se destacaban las praderas verdes y los huertos del pie de la montaña.
El camino iba bordeando los setos
de los prados, subiendo y bajando por las faldas de la sierra.
Pasaban María y su padre por
delante de Poyales del Hoyo, cuando apareció junto a ellos el joven del caballo
negro y del perro blanco, en compañía de un cura montado en un burro.
Saludaron unos, contestaron los
otros, y aunque Aracil no tenia ganas de entrar en conversación, no pudo
rehuirla.
El cura era charlatán, y comenzó
a hacer preguntas al doctor y a su hija; el joven del caballo negro no dijo
nada.
Era el camino estrecho y tuvieron
que marchar de uno en uno, en fila india, como decía el doctor. En algunos
sitios, el camino estaba convertido en una acequia caudalosa.
—Pero esto, ¿cómo
puede estar asi?—dijo Aracil.
—Esto lo hacen para regar los
prados—contestó el joven, que todavía no había hablado—; aquí los propietarios
echan el agua por el camino, y asi se evitan gastar en acequias.
—¡Qué barbaridad!
—Pues aquí ya se sabe—replicó el
cura—; todo el mundo anda a la gabela, y el que puede más que nadie...
Llegaron a un sitio muy hermoso,
al que daban sombra inmensos castaños y adornaban grandes adelfas, como
canastillas de flores. El joven del caballo negro propuso que se pararan alli a
comer; Aracil dijo que ellos tenían alguna prisa; pero, a las instancias del
joven y del cura, no tuvieron más remedio que acceder y quedarse".
Y ya, casi ayer, por los años
cincuenta es Camilo José Cela con su libro "Judíos, moros y
cristianos", el que se asoma:
"Frente al Pasillo, un picapedrero canta la vieja copla, mientras lia el paciente y duro tabaco de la holganza.
¿Cómo quieres que tenga,
retimba, retimba, retama, retamilla
la cara blanca.
si soy carbonerillo,
retimba, retimba, retama,
retamilla
de Salamanca?
El vagabundo no entra en Poyales,
el pueblo—andorrilla avilesa—que no tiene jurisdicción más que "de goteras
adentro", y sigue, por las Manzorreras y con bastante calor, hasta el
arroyo Albilla. Como es aún la mañana y el dia aprieta, el vagabundo,
descabalgando el morral y sueltos los cordones de las botas, se tumba, al pie
de un pino, a ver cómo las prietas nubecillas del verano se mecen, indecisas y
blandas, sobre la alta brisa de la sierra. Habitado por la dicha, el vagabundo
se quedó dormido.
El vagabundo, con la boina sobre
los ojos, soñó con Catalina, la
torera, y con sus pañuelos de flecos y su crujiente saya de los domingos.
Cuando Catalina, la torera, tan cachonda, tan linda, tan gentil y enamorada".
Debiera saber el caminante, que
en los comienzos todos los caudales son fuentes, más tarde arroyos, para
después ser ríos: y el vagabundo que se marchó monte arriba, no pudo disfrutar
del rio Arbillas, ni de la sombra de sus alisos, ni de sus molinos, ni del
rumor de sus molineras; que maquila, maquilando:
No soy zapa tere tero,
ni soy zapatereté,
que soy harinero
de la harinero.
(Copla Hoyanca).
Ni oyó la queja de los agricultores del Hoyo, que cuando
trabajaban sus tierras, que otros esquilman (Proindiviso), se lamentan:
Cómo quieres que tenga
—rondin, rondando, navegué,
navegando
firmes colores,
si me los han quitado
—rondin, rondando, navegué,
navegando
cavilaciones.
(Copla Hoyanca).
Libro programa de Fiestas de
San Sebastián año1984.
Impreso:A.Jimenez–Candeleda/av-331-1983